jueves, 26 de noviembre de 2015

Querido amor etéreo

Querido amor etéreo:

A veces me pregunto dónde estarás. De hecho me lo pregunto cada día y el tiempo hace que tu recuerdo ya no me duela. No sé si me da más miedo eso o sentir el dolor que sentí cuando te arrebataron de mí. Pero no quiero que te entristezca esta carta, siempre he querido saber que sonríes ante todo.

¿Qué tal se ve el cielo desde ahí arriba? Espero que sea tan maravilloso para tí como lo era el despertarme cada mañana contigo. Lo sé, quizás creas que apenas te recuerdo, pero no es así. Aunque nuestro corazón fue separado por la línea de la vida, aún permaneces en mi día a día. Cuando camino por algunos lugares veo que te acercas a mí, me miras, sonríes y te unes a mi paso. Me das abrazos mientras voy andando y yo sonrío. Me siento en los bancos y te paras conmigo, te echas en mi hombro y siento cómo me preguntas: "¿Te has olvidado de mí?" "Me encantaría seguir haciendo mil cosas contigo" Y entonces me entristezco yo. Es inevitable entristecer mientras siento tu corazón a mi vera y no puedo abrazarte por mucho que me lo repitas al oído, como un susurro que se convierte en grito desde la lejanía. Te echo de menos, a tí peque-ño ángel que vela por mí como la misma alma gemela que un día hacía de mi vida una alegría de vivir.

Pero la vida sigue, y aunque cada calle, cada puente, cada parque, cada estación, cada lugar por el que pasé contigo me recuerde a tí, tengo que seguir viviendo por mi cuenta, aunque veles por mí tengo que seguir mi camino. Aunque me alegre cuando bajas de la blancura de las nubes o las estrellas de la noche hacia mí para calmar mi soledad, tengo que seguir sin tí. Y te aseguro, que una de las cosas que más me llenarían de felicidad en este mundo, sería el que estuvieras aquí acompañándome en el camino cómo siempre y que cada sonrisa de la que apenas me acuerdo, vuelva a materializarse como si no hubiera habido ni un ayer ni hubiera un futuro, si no un hoy rebosante de vida pura y verdadera.

No sé cuando llegará el día en el que tu mano vuelva a ser suave y cálida cuando la acerques a la mía, pero cariño, ahora mismo sólo sé que en el momento en el que yo sonría tú estarás haciéndolo también, y eso me da más que fuerzas para levantarme y luchar en este angosto trayecto llamado vida.




domingo, 22 de noviembre de 2015

El ciego mundo




Es curioso cómo el mundo, su gente y sus normas sociales controlan nuestros propios pensamientos. Es algo que nadie piensa pero a la vez lo saben todos. Vivimos controlados por unos hilos invisibles que nos hacen comportarnos de una manera u de otra, llegando a quitarnos la libertad. 

Nos destruimos poco a poco pero nadie hace nada por evitarlo... o no. Hay personas que acaban con ese control, que valoran otras cosas, tienen otros pensamientos y acaban siendo felices sin necesitar de esas normas, sin necesitar aspirar a comprarse un coche de lujo algún día ó tener el último modelo de móvil, por ejemplo. Hay personas que rompen las barreras, que son simplemente felices con la compañía de una familia, los pequeños detalles, una reflexión con los amigos, sentir la brisa sobre la cara o ver un atardecer en el mar. Personas que no engañan, que aunque se preocupen por ellos mismos procuran hacer del mundo algo mejor al mismo tiempo.

El mundo se muere...y necesitamos de esas personas que lo llenen. Son muy pocas pero equilibran la balanza de la bondad y la voluntad por un mundo mejor. Agradezcámoslo, pues gracias a ellos las bonitas películas, las maravillosas historias y relatos tienen menos de ficticio, mientras el poco realismo  pasa a convertirse en una nueva esperanza de que todo no está perdido y...podemos salvarnos.